Bien es sabido que, en tiempos de crisis económica, el tener un trabajo es algo extremadamente valioso. Por poco que sea el sueldo que recibes a cambio, si te permite sobrellevar algunos de tus gastos mensuales con relativa facilidad ya te puedes considerar un privilegiado. Es por esa razón que, si de la noche a la mañana te ves en la calle, la ausencia de estos ingresos a fin de mes supone un duro mazazo. Y aun lo es más si ves que el tema del despido se está llevando a cabo tras un velo de mentiras y tomaduras de pelo.
Yo soy “sabadero”; o bueno, tal vez sería más correcto decir “era”. Para aquellos que no estéis familiarizados con el término, decir que los sabaderos somos aquellos empleados de Correos que sólo trabajan durante los sábados. Aquellos que nos encargamos de sacarles las castañas del fuego a los carteros de diario dando salida a todas las cartas que se han ido acumulando a lo largo de la semana; los que debemos aguantar las quejas de los vecinos que sólo están en su domicilio los fines de semana debido al mal servicio dado de lunes a viernes; quienes hemos tenido que escuchar en multitud de ocasiones la frase “¿pero es que hay correo los sábados?”
Estos somos nosotros. Una especie en peligro de extinción que gracias a los altos cargos de Correos está destinada a desaparecer.
Seré sincero. Todo el asunto del despido de los sabaderos no me ha venido de nuevo. El rumor de que el 2010 iba a ser el último año en que íbamos a trabajar llevaba circulando durante meses. Como dice el refrán: “cuando el río suena, agua lleva” y con el tiempo lo habíamos llegado a asimilar. No obstante, como no quiero engañar a nadie, he de admitir que en lo más profundo guardaba la esperanza de que todo quedase en eso: rumores.
Hará casi dos meses, llegó el último día de trabajo del año y el jefe de nuestra oficina nos dijo que durante las navidades nos informarían sobre si volveríamos a trabajar o no. Y a partir de ese momento, dio comienzo un largo periodo de incertidumbre que ha llegado hasta el día de hoy y en el que las palabras que más hemos escuchado han sido “Todavía no se sabe nada”.
¿Acaso quieren hacernos creer que a estas alturas, casi dos semanas después del día en que se supone deberíamos habernos reincorporado a los puestos de trabajo, absolutamente nadie en toda la jerarquía de Correos sabe nada sobre nuestro futuro laboral? Venga, ¡por favor!
Me parece de muy poca vergüenza que estén jugando con el destino de muchos trabajadores, la gran mayoría de ellos jóvenes y estudiantes, que en muchos casos dependen para subsistir del sueldo que ganaban trabajando los sábados.
¿Qué es lo que esperan jugando al despiste de esta manera? ¿Que pase el tiempo y no podamos reclamar nada por lo que a todas luces es un despido improcedente en toda regla? ¿No son conscientes de que muchos de nosotros no nos hemos planteado buscar otro trabajo porque estábamos a la espera de lo que desde Correos nos podían decir?
En fin, los sabaderos de mi oficina hemos decidido seguir el ejemplo de muchos otros sabaderos del país y vamos a intentar luchar por lo que es nuestro, llegando hasta los tribunales si es necesario.
No vamos a permitir que años de levantarse los sábados a las seis de la mañana para ir a trabajar y de jornadas desempeñando funciones que no estaban en nuestro contrato acaben en un vergonzoso despido por la puerta de atrás y sin ningún tipo de compensación.
La lucha empieza este sábado a las siete de la mañana.
Y Postman está dispuesto a llegar hasta el final en la que será su última aventura.
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¡¡¡NO LES DEIS NADA, ARREBATÁRSELO TODO!!! |