Martes, nueve y veinte de la mañana. Gracias a los magníficos horarios de RENFE llego a clase diez minutos antes de que esta de comienzo; si cojo el tren siguiente ya llego tarde. Entro en la clase desierta y aprovecho este tiempo muerto para comerme el bocadillo que llevo para desayunar e ir encendiendo el netbook.
Accedo al wifi de la facultad (hoy por suerte funciona, no como ayer) y abro el documento de Word donde tengo los apuntes de la asignatura. Història de los Països Europeus I – Catalunya, no puede haber mejor manera de empezar el día…
La clase no tarda mucho en ir llenándose de gente, aunque para la que acostumbra a haber normalmente hoy está bastante vacía. Con un par de minutos de retraso, el profesor entra en el aula y se dirige hacia su mesa. Empieza a trastear con el ordenador y al momento el proyector hace aparecer unas imágenes en la pantalla. Parece que hoy nos va a pasar un documental. Mira por donde al final la clase puede que no esté tan mal.
La Bomba del Liceu, ese es el tema sobre el que va a tratar el documental. Empezamos con diversos planos del interior del Liceu mientras de fondo se escucha a una mujer cantando opera y la cosa sigue con una serie de entrevistas a historiadores, periodistas, etc. Hablan de Santiago Salvador, el autor del atentado, y básicamente lo ponen a parir, definiendo a todos los anarquistas violentos como personas sin interés.
Durante este tiempo la puerta del aula se ha ido abriendo en varias ocasiones para dejar paso a los más rezagados, que se esfuerzan a recorrer los estrechos huecos que dejan las mesas en estas aulas patera para poder encontrar un sitio donde sentarse.
El documental continua, pasando a hablar de puros aspectos técnicos de la opera que se representaba en el Liceu durante el atentado, Guillermo Tell. Después hablan sobre las bombas utilizadas (una de las cuales no llegó a explotar) y sobre las víctimas causadas por la explosión.
El profesor ha dicho que el documental dura más de ochenta minutos, pero llevamos poco más de media hora y ya han hablado de todos los aspectos que me podrían parecer interesantes al respecto de este hecho. ¿Qué van a hacer durante la hora que todavía queda?
Uno de los historiadores hablando de los “hábiles interrogatorios” a los que fueron sometidos algunos de los sospechosos de ser autores del atentado consigue arrancarme una sonrisa. Parece que lo bueno todavía no ha acabado.
Cinco minutos después ya están hablando de la ejecución de Santiago Salvador… Ahora sí que no tengo ni idea de que temas van a seguir tratando durante el tiempo que falta. El tío que tengo sentado al lado no deja de echar vistazos a mi pantalla para ver que es lo que estoy escribiendo. Me esta empezando a poner nervioso.
Finalmente he desconectado. Empiezo a cotillear por Facebook y twitter. El documental se ha convertido en un zumbido de fondo al que no presto atención. Esto me mantiene distraído durante un buen rato. No sé qué he estado haciendo hasta ahora sin el netbook en clase.
No obstante, también llego a cansarme de navegar por internet. Levanto la vista y observo al resto de estudiantes que me acompañan en el aula. Localizo a un par de chicas que están de buen ver y me dedico a desnudarlas mentalmente y a fantasear un poquito. Acabo distrayéndome incluso más que con internet.
Cuando me quiero dar cuenta, el documental está a punto de terminar. Han pasado a una discusión sobre la pena de muerte en una clase de adolescentes charnegos de mentalidad limitada y catalán del Hospitalet. Una buena traca final para acabar la mañana. No he tomado ningún tipo de apuntes en toda la clase.
Voy a ir apagando esto y preparándome para salir del aula. Son casi las once. En teoría tengo una clase más, arqueología, pero como todos los días que he ido he acabado haciendo incluso menos que en este rato que he relatado, me parece que me voy a ir para casa. O al Fnac a cotillear libros y pelis. Lo decidiré sobre la marcha.
Voy a ir apagando esto y preparándome para salir del aula. Son casi las once. En teoría tengo una clase más, arqueología, pero como todos los días que he ido he acabado haciendo incluso menos que en este rato que he relatado, me parece que me voy a ir para casa. O al Fnac a cotillear libros y pelis. Lo decidiré sobre la marcha.
Que maravillosa es la vida universitaria…
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